domingo, 18 de enero de 2009

la verdad de la milanesa

La verdad de la milanesa (si es que la tiene), es que desde que hice caso a la invitación de un amigo para armarme un facebook, ando mirando fotos de otras personas.

merece particular atención el hecho de que haya encontrado a varias de mis amigas de la secundaria... muchas de las cuales, a pesar de los esfuerzos, se transformaron en "señoras grandes". Yo tengo 30 y desde hace 2 años que me dicen "señora" por la calle. Creo que el apelativo (chocante, debo admitir) me cuadra. Y creo que lo mismo sucede con mis viejas amigas.

muchas de ellas ya han tenido hijos (algunos de 2 años, o tres) y están casadas o como en mi caso, recién casadas o a punto de hacerlo.

No voy a continuar narrando, pero la cuestión es que me compré un boleto de ida a la nostalgia, y planeo encontrarme con alguna que otra, a tomar un café. Suena bien... pero no sé qué resultará de eso.

viernes, 2 de enero de 2009

Un día de furia

Bien. Acabado el idilio con el mundo (ya se puede decir, pasado un mes de casada) me encuentro inmersa en los avatares de la cotidianeidad. Totalmente inmersa, sin que pueda comportarme como las que tienen problemas de vejiga y se meten dentro de las piletas con las puntas de los pies primero, en un lento proceso de tortura - adaptación.

Es decir que no se me permiten comportamientos histéricos de inmersión gradual en los trajines cotidianos. O también podría decir que vuelvo a ser prosaica, o que al menos unas horas al día me doy el dudoso lujo de serlo.

En fin. Cosas que suceden, o "mierda que sucede", con Forrest Gump mediante.

Sin embargo hay días más mierdosos que otros. Como el de hoy.

Voy a comenzar con el descargo: "Los dueños de Falabella son soretes, porque:

- utilizan publicidad engañosa,
- no permiten que la gente lleve más de cuatro prendas al probador,
- los vendedores son tan pocos que el lugar parece un bazar turco,
- para pagar uno debe (siempre) hacer una fila que implica como mínimo una espera de 15 minutos."

Dicho esto, procedo a comentar mi indignación con el género femenino que lo único (aparentemente) que tiene en la cabeza es la ropa y los zapatos y las carteras. Ah, bueno, casi me olvidaba del maquillaje y la bijouterie barata.

Sí, congéneres, son demasiado huecas. Me rompieron las pelotas las hordas femeninas enfervorecidas en Falabella queriendo aprovechar el falso 2 x 1 de Falabella que ni siquiera abarcaba a todos los productos sino solamente a unas calzas rojas y grises y a unas remeras tan cortas que parecían hechas para Oompa Loompas o Liliputienses.

Si hubiese tenido una semiautomática o un arma automática de repetición, la hubiese descargado sobre todas las personas que estaban ahí.

Encima, voy hasta 9 de julio y ¿con qué me encuentro? con el Rally Dakar o Pie Dakar o como se llame, en el que una multitud de pelotudos habían llenado la calle y no dejaban transitar a los peatones.

¿Saben qué haría? Averiguaría la dirección de los accionistas mayoritarios de Falabella, del gerente de marketing, y del gerente de ventas, e iría a embadurnarles la puerta con la mierda que caga mi gata antes de que las piedritas la sequen. Huele horrible, así que sería justo que les embadurne la puerta.

Otra cosa que les haría sería dejar libres algunas ratas dentro de sus jardines, y por qué no, unas 50 cucarachas dentro de sus casas.

Además de contratar a un matón para que les dé algunas piñas y les rompa la ropa en público. Así sufren la humillación de que comprueben que el dinero no los salvará de un escarmiento, ni de que veamos sus cuerpos fofos, y para que salga a la luz que no importa cuánto dinero tengas, eso no te hace bello ni bueno.

También podrían obligarlos a que tomen un brebaje hecho con huevo podrido y leche agria. Pero supongo que podrían eximirse de esto último si pidieran perdón.