miércoles, 4 de febrero de 2009

Migración al Facebook

Pueden encontrarme allí, más seguido que acá. Pueden buscarme, si les interesa, mis lectores imaginarios.

Después de todo, en Facebook existe la posibilidad de que uno publique "Notas" y las mande a sus amigos, con posibilidad de que otros las lean y no sólo los amigos.

¿Cuál es la ventaja de eso? Marketing! Obvio! Yo puedo escribir y luego enviar esa nota a mis amigos y ellos la leerán.

Me pregunto si no es el modo en que publicaré mi novela.

Así que à bientôt

El mundo no es una canción

Levantarse cansado porque hay que ganarse el pan.

Arrancarse de la cama, hacer jirones el sueño con una pesada cortina de agua y rutinas repetidas hasta el absurdo.

Doblar pacientemente los bordes de un filtro de café número 4. contar las cucharadas, una a una, por miedo a perderse en la secuencia.

desenroscar el hilo de metal envuelto en plástico de color fluorescente para abrir, no sin esfuerzo, la bolsa de pan lactal. Extraer dos rebanadas y dejarlas caer al abismo contenido de la tostadora eléctrica.

Vestirse, no sin antes dudar de todas las posibles combinaciones de ropa limpia y planchada que descansa plácidamente en el placard.

Corroborar la imagen ante el espejo, como quien teme que el reflejo muestre algo irreal, algo monstruoso y por qué no cucarachoso, y por ende precisa de una comprobación certera de que sigue siendo él mismo, o ella misma, en este caso.

Beber lentamente el café, de a sorbos, mientras se mastica esa tostada perfecta untada con mermelada industrial.

Revolotear alrededor de la cartera, para asegurarse de que no se han dejado atrás los objetos esenciales, los objetos falsamente esenciales de nuestras vidas de plástico y desperdicio.

Y de pronto, como un relámpago, como una flor en la acerca, resistiendo,
el beso.

El único beso factible.
El único.

Estruendoso,
verdadero,
insospechado.

Fresco.

El beso que ancla la vida en las tormentas.