martes, 25 de agosto de 2009

¿No sirve cualquier diálogo, Clarín?

25 de agosto. diario clarin.

No sirve cualquier diálogo

Por: Fernando Savater
Fuente: FILOSOFO ESPAÑOL

Como tantas, la palabra "diálogo" es equívoca: hay diálogos que empiezan "¿me das fuego?", y otros "¡dame la cartera!". No es inconsecuente valorarlos de modo distinto.

Cuando se dice que no habrá final dialogado con ETA no se pretende que si los terroristas admiten su fracaso y llaman a la puerta de la democracia para ofrecer el final de la violencia sólo se les podrá contestar por señas. Al "diálogo" del finiquito incondicional nadie se opone y ojalá llegue cuanto antes. Pero es cosa muy distinta responder a quien pregunta dónde deja las armas que a quien pretende que se le recompense de algún modo por dejarlas. Dialogar con los etarras sobre proyectos para Euskadi es tan prudente y aconsejable como discutir con los atracadores qué piensan hacer con el dinero que van a robar.

En el partido que jugamos contra ETA no hay empate posible: hace mucho que sabemos que los terroristas ganan siempre que no pierden, mientras que el Estado democrático pierde siempre que no gana. De modo que habrá que recurrir a la prórroga, a los penaltis, a cuanto haga falta y esté dentro de la ley... menos a eso que los interesados en la confusión llaman "diálogo".

Estuve presente en la concentración que hubo en Calvià frente al cuartel de la Guardia Civil tras el atentado: hubo políticos de diverso signo y ciudadanos, pero algunos echamos en falta a los vips que tanto se prodigan en la isla en otras ocasiones. Después de todo, se trataba de los primeros asesinatos etarras en Mallorca: ¿dónde estaban los artistas, deportistas, periodistas, guapos y guapas indígenas o foráneos? Por lo visto, la muerte de dos jóvenes guardias civiles no tiene suficiente glamour como para que se tomen la molestia de acortar el bronceado de la jornada. Es inevitable comparar ese relativo desinterés con los 10.000 ciudadanos que pueden acompañar el duelo de un joven futbolista, muerto de infarto. No vendría mal pensar un poquito en cuánto sobrevaloramos a quienes nos entretienen y hasta qué punto menospreciamos en cambio a quienes nos defienden.

Copyright Clarín y Fernando Savater, 2009.

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Este artículo fue publicado por Clarin.com el 25 de agosto. Sólo quiero resaltar el hecho de que de repente, está bien que el diálogo no es posible con determinado tipo de personas... o por lo menos, eso tengo que pensar, que el grupo Clarín adhiere a ese pensamiento, puesto que le da el espacio a un "¿filósofo?" (porque tengo mis dudas sobre la calidad de filósofo de Savater, sin desmerecerlo, puesto que no todo el mundo es filósofo, aunque estudie y enseñe filosofía, y hay filósofos que ni estudiaron ni enseñaron la materia) para que publique y desarrolle esta idea, enmarcada, claro está en el ámbito neutro de la ETA. No neutro para los españoles, pero sí neutro para nosotros los argentinos porque no nos remueve la tierra de ninguna de nuestras tumbas.

Mi reflexión al respecto es: durante meses, antes de las elecciones de este año, le achacaron al gobierno su falta de diálogo con la oposición, como si fuera siempre posible y querible e incluso conveniente o necesario, el llegar a consensos por medio del diálogo. Y ahora, admiten por medio de la boca de Savater, que no todo diálogo/consenso es posible.

Habiendo estudiado retórica, yo sé que para que haya consenso, tiene que haber puntos de partida comunes, lugares comunes, axiomas, por decirlo de otro modo, que ambas partes compartan. Y tienen que tener una escala de valores compartida o al menos, no incompatible. Para dar un ejemplo mucho más claro que zanje una vez por todas mi opinión, déjenme que les diga esto. Yo, María Andrea Mollo, creo en Dios Padre Todopoderoso, en su Hijo Jesucristo y en el Espíritu Santo. Creo en la Santísima Trinidad. Es mi fe. ¿Cómo podría llegar a un consenso con alguien que no cree lo mismo? ¿Tendríamos que cuadrar en un medio? ¿Algo así como: "Ok, vos creé en Dios Padre solamente y yo también"? No, si no cree, no va a creer para llegar a un consenso. Sería falso. ¿Y si yo le mintiera y abjurara de mi fe? No lo haría nunca, pero ¿eso me hace tiránica? ¿eso me transforma en autoritaria?

Les doy otro ejemplo. ¿Qué pasaría si tuviéramos que discutir el aborto? Por mis creencias religiosas, para mí es inaceptable tomarlo como un buen acto. Con ello no quiero decir que voy a clavarle un hacha a la madre que aborta, cada uno sabe los motivos que lo llevan a hacer esto o aquello y yo no estoy pura de todo pecado como para andar señalando el pecado ajeno con el dedo. Pero si me pongo a discutir con alguien sobre aborto, el consenso no es posible, no puedo transar en nada. ¿Qué le voy a decir? ¿"No lo mates del todo, cortale nada más las piernas"? O se lo mata o no se lo mata. Y yo no pienso aceptar que se lo mate a un no nacido, ni siquiera en el terreno de la conversación.

Y otro ejemplo más candente: Si yo creo que es mejor para el país hacer una nueva ley de radiodifusión, y la otra persona no, ¿cómo van a llegar a un consenso?

Así que, sepamos diferenciar el consenso del respeto. Cuando el consenso no es posible, entra el respeto. Yo no puedo juzgar ni señalar con el dedo a quien piensa distinto que yo, tiene tanto derecho a hacerlo como yo.

Y aunque me da bronca la gente que anda repitiendo ideas de otros, sin elaborar las razones por las que adhiere, porque me parece que son totalmente irresponsables consigo mismos y con la sociedad a la que pertenecen, tengo que respetar su idiotez o cerrazón mental, mal que me pese, y por más que tenga ganas de gritarles en la cara que no pueden ser más idiotas me tengo que morder la lengua. ¿por qué? Porque hubo una época en la que yo fui una estúpida, y me conformaba con pensar en boludeces, y sin embargo, crecí. Pero no lo hubiera hecho si no hubiera habido personas a mi alrededor que fomentaron mi capacidad de pensamiento, no lo hubiera hecho nunca sola. Por eso, hay que tenerles paciencia a los estúpidos, y tratarlos bien, pero señalándoles, cada vez que se puede, todas las cosas que no están viendo.

Después de todo, nunca es tarde para cambiar.

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