miércoles, 4 de febrero de 2009

El mundo no es una canción

Levantarse cansado porque hay que ganarse el pan.

Arrancarse de la cama, hacer jirones el sueño con una pesada cortina de agua y rutinas repetidas hasta el absurdo.

Doblar pacientemente los bordes de un filtro de café número 4. contar las cucharadas, una a una, por miedo a perderse en la secuencia.

desenroscar el hilo de metal envuelto en plástico de color fluorescente para abrir, no sin esfuerzo, la bolsa de pan lactal. Extraer dos rebanadas y dejarlas caer al abismo contenido de la tostadora eléctrica.

Vestirse, no sin antes dudar de todas las posibles combinaciones de ropa limpia y planchada que descansa plácidamente en el placard.

Corroborar la imagen ante el espejo, como quien teme que el reflejo muestre algo irreal, algo monstruoso y por qué no cucarachoso, y por ende precisa de una comprobación certera de que sigue siendo él mismo, o ella misma, en este caso.

Beber lentamente el café, de a sorbos, mientras se mastica esa tostada perfecta untada con mermelada industrial.

Revolotear alrededor de la cartera, para asegurarse de que no se han dejado atrás los objetos esenciales, los objetos falsamente esenciales de nuestras vidas de plástico y desperdicio.

Y de pronto, como un relámpago, como una flor en la acerca, resistiendo,
el beso.

El único beso factible.
El único.

Estruendoso,
verdadero,
insospechado.

Fresco.

El beso que ancla la vida en las tormentas.

1 comentario:

Unknown dijo...

Comentario número 1: este post pued encontrarse en Facebook y nació originalmente allí, así que de encontrar diferencias entre ambos, deberá estarse a lo que se le ocurra a usted.

Comentario número 2: usted podrá leer este post en Facebook sólo si es amigo mío. Así que le deseo buena fortuna en su emprendimiento.