Hola. No sé a quién saludo porque no conozco a nadie que lea mi blog asiduamente; es más, si supiera que alguien lo lee asiduamente, me censuraría mucho más y no diría ni la mitad de las cosas que digo.
El grato oficio de escribir sin censura desaparecería y me transformaría en una oficinista administrativa del blog escribiendo cosas como: "Tragedia en Hurlingham. Descubrieron que no vivo allí. Los vecinos lloran desconsolados, pensaban que era un ángel y mi presencia en el barrio se les hacía algo así como un roce de lo celestial, por la foto de mi perfil que los engañó arteramente."
Por qué no, esas bien podrían ser las palabras de una oficinista administrativa del blog. Los que trabajan en una oficina y tienen alma de artista o al menos un ápice de sentido común y vuelo intelectual saben que la chatura de una oficina rompe todas las ligazones cerebrales y lleva a una desesperación casi lírica y surrealista respecto de la cual un cadáver exquisito es un poroto en comparación.
En fin. Hola. Hoy es un buen día para bloggear porque mi novio se fue al club de rol. Me dejó la casa para mí sola y para mi gata también, pero ella no es obstáculo para el bloggeo. Para que yo bloggee (me siento abonada a la lengua cada vez que hago un neologismo barato y evidente como "bloggear") tienen que darse ciertas condiciones: 1. Tranquilidad budista; 2. Cansancio Intelectual: ocurre cuando previamente estuve escribiendo mi novela que es algo así como un "mostro" épico al cual ataco y ataco y nunca venzo (para vencerlo tendría que haberla terminado, y aunque recientemente gané una batalla importantísima, marcando un hito en la lucha, que fue terminar el primer tomo, todavía no llegué ni a la mitad de la historia); 3. Cansancio Manual: ocurre cuando acabo de estar tejiendo mucho en crochet y quiero descansar (sí, soy uno de esos especímenes extraños de chicas que no son del interior y saben tejer. Es más, creo que existo para afirmar la existencia de las otras citadinas que no saben hacerlo y necesitan un referente porque de otro modo se confundirían y empezarían a dar vueltas sobre el mismo lugar y a gritar desesperadas. Son las que cuando quieren una bufanda tejida a mano se dan cuenta de que tienen que trabajar como esclavas para poder pagar los 200 pesos que cobran las casas como Akiabara por las bufandas tejidas a mano. Ni hablemos de los pulóveres tejidos a mano. De todos modos, terminan haciendo precisamente eso que es pagar 200 pesos cuando se dan cuenta de que los especímenes como yo les enseñaríamos a tejer pero nunca tejeríamos para ellas. Jamás tejería para una inepta del tejido. Sí tejo para ineptos del tejido pero porque son hombres importantes de mi vida y ellos jamás serían tan estúpidos para pagar 200 pesos por tener una bufanda tejida a mano).
Voy a explayarme sobre la tranquilidad budista. Mi novio es un lector, no un escritor. A su vez, es un pintor y dibujante, mientras yo soy una contempladora. Bien... él hace una transpolación de lo que sucede con su proceso creativo hacia el mío propio, y piensa que ya que él puede crear mientras me habla y escucha música y toma mate que yo cebo mientras tejo o hago alguna otra actividad no de escritura propiamente dicha en mi tiempo libre... yo también tendría que poder escribir mientras suena la música, él me habla, y no me ceba ningún mate porque se distrae con otras cosas.
¡Error! Lamentablemente para escribir, incluso esta pavada, preciso un silencio continuo. Ni música (porque cuando cantan me tildo escuchando la letra y cantándola yo también si la sé), ni charla, ni cebada de mate. No señor. Tranquilidad budista. Si incluso me molesta ir al baño cuando escribo. Como ahora que me estoy conteniendo el pis para terminar el párrafo, qué vergüenza.
Adiós.
3 comentarios:
María Andrea. Yo lo leo, pero no te lo digo para que te censures (como amenazás), sino para que subas más seguido. Un cariño. Humber.
¡Gracias! Me sorprendió gratamente tu comentario. No me imaginé que alguien que tuviera una producción tan grande tuviera tiempo para leer...
Intentaré abandonar mis divertimentos y escribir un poquitín más... Aunque no prometo nada, no me gusta incumplir con mi palabra.
Holaaaaaaaaaaaaaaaaaa...
Yo también te leo. Y lo hago con bastante frecuencia ehhh. En cuanto a los comentarios, en mi caso es que ando con todas las cosas de cabeza y me está costando organizarme. Ya llevo como dos meses así.
Un abrazo...
Pronto empezaré a comentar en los blogs que frecuento.
Alfredo.
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