Recientemente se ha comenzado a discutir sobre el derecho a la participación en las ganancias de las empresas que poseen los trabajadores. Este derecho está incluido en nuestra constitución, en el art. 14 bis, y sin embargo, nunca fue reglamentado su ejercicio, por lo que ha quedado sin aplicar.
Esto me ha llevado a reflexionar sobre otros tantos derechos que posee la población de este país, que tampoco tienen operatividad. Entre ellos, los derechos de las personas que padecen una discapacidad.
No es que no existen herramientas legislativas que los amparen. Tenemos, entre otras disposiciones, la ley 26378 que aprobó el tratado internacional de los derechos de las personas con discapacidad, y leyes anteriores como la 24091 y la 22431. Sin embargo, no noto que como sociedad hayamos hecho cosas realmente respecto de este sector de nuestra población.
Sí, las discapacidades pueden ser de distintos tipos, relativas a la movilidad del cuerpo, o a dificultades de comunicación -por deficiencias auditivas, visuales... -. Pero eso no nos excusa a idear soluciones diferentes para paliar cada tipo de discapacidad, es más, tendríamos que tener la inventiva suficiente para contemplar las necesidades de todos los argentinos, a cada momento. No estoy siendo idealista: se puede incorporar a todos, es cuestión de querer hacerlo. Pero tal vez algunos ejemplos prácticos sirvan para ilustrar lo que estoy diciendo. Cuando diseño un edificio, debo procurar que por todos los marcos pueda pasar una silla de ruedas. En vez de escaleras, debo utilizar rampas con un declive que no sea imposible de subir. En los botones del ascensor, debo señalizarlos mediante el sistema de Braille, para que las personas ciegas no tengan dificultades, e idealmente, también debería dotar a los ascensores con algún sistema de audio para que anuncien en qué piso están, cuando se detienen, y si están subiendo o bajando. Los baños de los departamentos deberían ser lo suficientemente amplios como para que entre una silla de ruedas y deberían tener barandas para que puedan asistirse al subir y bajar de la silla.
¿Pero hacemos lo suficiente? ¿Y el espacio público? Se diría que es una trampa mortal para las personas con discapacidades motrices, que requieren de una silla de ruedas. Pensemos en el estado de las veredas: baldozas sueltas, flojas, o pozos en las veredas en aquellos lugares donde se rompieron baldozas y nunca se reemplazaron... las angostas veredas del microcentro, por ejemplo, que no permiten girar para darse la vuelta... las rampas de acceso en las esquinas, rotas o directamente inexistentes, o obstaculizadas por autos que estacionan allí sin ninguna contemplación... los "arreglos" transitorios de las veredas que quedan sin terminar durante semanas... Y mejor no me pongo a hablar del transporte público: el objetivo pareciera ser que las personas con discapacidad se encierren y no salgan a ningún lado.
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