
Qué es una máscara, si no es un elemento de ocultación y seducción...
25 de agosto. diario clarin.
No sirve cualquier diálogo
Por: Fernando Savater
Fuente: FILOSOFO ESPAÑOL
Como tantas, la palabra "diálogo" es equívoca: hay diálogos que empiezan "¿me das fuego?", y otros "¡dame la cartera!". No es inconsecuente valorarlos de modo distinto.
Cuando se dice que no habrá final dialogado con ETA no se pretende que si los terroristas admiten su fracaso y llaman a la puerta de la democracia para ofrecer el final de la violencia sólo se les podrá contestar por señas. Al "diálogo" del finiquito incondicional nadie se opone y ojalá llegue cuanto antes. Pero es cosa muy distinta responder a quien pregunta dónde deja las armas que a quien pretende que se le recompense de algún modo por dejarlas. Dialogar con los etarras sobre proyectos para Euskadi es tan prudente y aconsejable como discutir con los atracadores qué piensan hacer con el dinero que van a robar.
En el partido que jugamos contra ETA no hay empate posible: hace mucho que sabemos que los terroristas ganan siempre que no pierden, mientras que el Estado democrático pierde siempre que no gana. De modo que habrá que recurrir a la prórroga, a los penaltis, a cuanto haga falta y esté dentro de la ley... menos a eso que los interesados en la confusión llaman "diálogo".
Estuve presente en la concentración que hubo en Calvià frente al cuartel de
Copyright Clarín y Fernando Savater, 2009.
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Este artículo fue publicado por Clarin.com el 25 de agosto. Sólo quiero resaltar el hecho de que de repente, está bien que el diálogo no es posible con determinado tipo de personas... o por lo menos, eso tengo que pensar, que el grupo Clarín adhiere a ese pensamiento, puesto que le da el espacio a un "¿filósofo?" (porque tengo mis dudas sobre la calidad de filósofo de Savater, sin desmerecerlo, puesto que no todo el mundo es filósofo, aunque estudie y enseñe filosofía, y hay filósofos que ni estudiaron ni enseñaron la materia) para que publique y desarrolle esta idea, enmarcada, claro está en el ámbito neutro de la ETA. No neutro para los españoles, pero sí neutro para nosotros los argentinos porque no nos remueve la tierra de ninguna de nuestras tumbas.
Mi reflexión al respecto es: durante meses, antes de las elecciones de este año, le achacaron al gobierno su falta de diálogo con la oposición, como si fuera siempre posible y querible e incluso conveniente o necesario, el llegar a consensos por medio del diálogo. Y ahora, admiten por medio de la boca de Savater, que no todo diálogo/consenso es posible.
Habiendo estudiado retórica, yo sé que para que haya consenso, tiene que haber puntos de partida comunes, lugares comunes, axiomas, por decirlo de otro modo, que ambas partes compartan. Y tienen que tener una escala de valores compartida o al menos, no incompatible. Para dar un ejemplo mucho más claro que zanje una vez por todas mi opinión, déjenme que les diga esto. Yo, María Andrea Mollo, creo en Dios Padre Todopoderoso, en su Hijo Jesucristo y en el Espíritu Santo. Creo en la Santísima Trinidad. Es mi fe. ¿Cómo podría llegar a un consenso con alguien que no cree lo mismo? ¿Tendríamos que cuadrar en un medio? ¿Algo así como: "Ok, vos creé en Dios Padre solamente y yo también"? No, si no cree, no va a creer para llegar a un consenso. Sería falso. ¿Y si yo le mintiera y abjurara de mi fe? No lo haría nunca, pero ¿eso me hace tiránica? ¿eso me transforma en autoritaria?
Les doy otro ejemplo. ¿Qué pasaría si tuviéramos que discutir el aborto? Por mis creencias religiosas, para mí es inaceptable tomarlo como un buen acto. Con ello no quiero decir que voy a clavarle un hacha a la madre que aborta, cada uno sabe los motivos que lo llevan a hacer esto o aquello y yo no estoy pura de todo pecado como para andar señalando el pecado ajeno con el dedo. Pero si me pongo a discutir con alguien sobre aborto, el consenso no es posible, no puedo transar en nada. ¿Qué le voy a decir? ¿"No lo mates del todo, cortale nada más las piernas"? O se lo mata o no se lo mata. Y yo no pienso aceptar que se lo mate a un no nacido, ni siquiera en el terreno de la conversación.
Y otro ejemplo más candente: Si yo creo que es mejor para el país hacer una nueva ley de radiodifusión, y la otra persona no, ¿cómo van a llegar a un consenso?
Así que, sepamos diferenciar el consenso del respeto. Cuando el consenso no es posible, entra el respeto. Yo no puedo juzgar ni señalar con el dedo a quien piensa distinto que yo, tiene tanto derecho a hacerlo como yo.
Y aunque me da bronca la gente que anda repitiendo ideas de otros, sin elaborar las razones por las que adhiere, porque me parece que son totalmente irresponsables consigo mismos y con la sociedad a la que pertenecen, tengo que respetar su idiotez o cerrazón mental, mal que me pese, y por más que tenga ganas de gritarles en la cara que no pueden ser más idiotas me tengo que morder la lengua. ¿por qué? Porque hubo una época en la que yo fui una estúpida, y me conformaba con pensar en boludeces, y sin embargo, crecí. Pero no lo hubiera hecho si no hubiera habido personas a mi alrededor que fomentaron mi capacidad de pensamiento, no lo hubiera hecho nunca sola. Por eso, hay que tenerles paciencia a los estúpidos, y tratarlos bien, pero señalándoles, cada vez que se puede, todas las cosas que no están viendo.
Después de todo, nunca es tarde para cambiar.
¿Qué es la grandeza? Hoy almorcé con una amiga, y terminé preguntándomelo. Este tema no surgió por el gramaje de las porciones gastronómicas, no; muy por el contrario, a pesar de estar rodeadas de sendos manjares de hojas verdes y hortalizas livianas, la pregunta por la grandeza surgió a raíz de un cuestionamiento de tipo espiritual.
Entonces, más específicamente ahora, ¿qué es la grandeza del espíritu? Divagamos alegremente sobre temas de índole espiritual pero no directamente sobre la esencia de la grandeza, sin llegar a ninguna conclusión de nota, y terminó el almuerzo, como siempre, a los apurones, robándole frases al reloj que indicaba, perentorio, el tiempo de regresar a nuestros escritorios asalariados.
Pero yo me quedé pensando. Fuertemente, como suelo hacerlo cada vez que me enfrento a una pregunta descomunal. Y mi conclusión es que la grandeza es un fuego sagrado que te consume de pies a cabeza. Viene de Dios, o de una comunión con fuerzas místicas de algún tipo, pero no es propia del ser humano. El ser humano, más bien, se la apropia al llevarla a cabo, al darle existencia por medio de sus actos.
En realidad, hablábamos de la escritura -también, y simultáneamente, porque estábamos preguntándonos sobre la relación entre grandeza y escritura. Ella me dio algo que escribió para que yo lo lea, y empezamos a hablar de la escritura como forma de expresión del yo, algo íntimamente personal.
Por supuesto, pareció el "escribo para mí, no para los otros", y también su adversario, "la literatura, para ser tal, necesita al lector". No se logró la comunión entre ambos postulados, pero sí la concordia. A raíz de estos dos tópicos antagónicos, fue que surgió la pregunta por el talento, y a su vez ésta fue la que me llevó a la pregunta por la esencia de la grandeza, la cual ya he definido como un fuego sagrado, metafóricamente, claro.
Es que, a pesar de mis ropajes analíticos, sigo siendo una mística y es lo que seré siembre, por eso se me dan mejor las metáforas. La numerología de mi nombre me lo corrobora: es el número del místico, el 7.
Hay mucho para decir y poco tiempo, lamentablemente. Pero para ilustrar mi idea un poquito mejor, quiero decir esto: la grandeza es un fuego sagrado, que quema la pacatería, los prejuicios, el miedo, la envidia, la avaricia, la tozudez, y tantas otras características negativas (o faltas). Es un fuego, porque arrasa con todo eso si uno lo deja libre, y es sagrado, porque viene desde lo alto, desde Dios mismo, o su equivalente (digo "equivalente" en atención a los que no creen en Dios, quienes, a pesar de sí mismos, siempre creen en algo/alguien).
Y en cuanto a las discusiones periféricas que aquí se esbozan sobre la literatura y el escritor, sólo puedo prometer que algún día, tal vez, las retome.
Ayer en el noticiero de telefe, luego de una nota sobre ladrones, carteristas y etc, el presentador le preguntó al "especialista" invitado (que probablemente sería otro periodista como él, que investigó el tema) si había "un patrón físico" para que "la gente" identifique a los punguistas en la calle.
No sólo lo preguntó, sino que insistió en la pregunta, porque el otro no le había respondido lo que quería oír.
Es un espanto que ese tipo de personas sea la cara visible de un noticiero, pero por otra parte, nos da la pauta del pensamiento de un sector de la clase media. Fachos, ellos. Así que Capusotto no estaba tan equivocado con su Micky Vainilla.
Leyendo el diario, me topo con la triste noticia de que en Italia, el Senado (imagino que es el parlamento en conjunto, al cual le dicen Senado tal vez por cuestiones de cercanía fonética con la terminología italiana) ha aprobado una ley xenofóbica. Por suerte, las proporciones de los votos fueron 157 votos a favor, 124 en contra y tres abstenciones. Es decir que distó mucho de ser unánime.
Lo que me parece poco serio es que en este caso, el titular haya sido, únicamente, "Italia endurece su ley inmigratoria", en vez de decir "Recrudecimiento de la xenofobia en Italia", ya que entre otras cosas, según explica el artículo, se multará a los extranjeros que estén radicados ilegalmente, no se les permitirá utilizar los servicios de salud, ni inscribir en los colegios a sus hijos sin presentación de permisos de residencia, ni inscribir sus nacimientos, y adicionalmente, habrá "patrullas de ciudadanos" para detectar crímenes en las calles, aunque no estarán vestidos con uniformes de ningún tipo ni podrán portar armas.
Todo tipo de adjetivos me vienen a la mente, pero empecemos tal vez por éstos: ruin, mezquino, genocida, xenófobo, canalla, egoísta, criminal... ¿Necesito seguir?
Ahora bien: me siento obligada a hacer una aclaración, respecto del modo de comunicar las noticias. Creo que el postulado de la imparcialidad es irreal, puesto que la imparcialidad no pasa porque un mismo periodista comunique hechos y únicamente hechos sino que tiene que estar focalizada a garantizar la pluralidad de opiniones en el mismo medio. En diarios de otros países, todas las notas poseen un aplicativo para que los lectores dejen mensajes, y existen notas en las cuales centenares de comentarios logran dicha imparcialidad. Eso, en cuanto a lo que se puede generar con una misma nota. Por otra parte, lo que más me molesta son las tendencias que vienen desde arriba del medio gráfico o televisivo, que directamente cercena de antemano a los periodistas que habrán de comunicar las noticias, según su orientación ideológica. Me molesta, señores y señoras, que existan diarios de derecha recalcitrante o noticieros en los que sólo se ventilan opiniones favorables a ciertos grupos de poder en detrimento de la gran mayoría.
¿Cómo se aplica esto al artículo de la referencia? Así: no estaba la posibilidad de dejar un comentario, y tampoco se condenaba categóricamente esta normativa que es totalmente contraria a la equidad y a la justicia, y que incluso infringe derechos fundamentales, ¡de niños! Y esto ni siquiera se sugiere. No se aclara que los más indefensos serán los que no tengan acceso a educación, al sistema de salud. Eso, y colgar una pancarta que diga "Para nosotros es mejor que te mueras" es lo mismo.
Y también, me asquea profundamente que cuando conviene, se hable de democracia como sinónimo de derechos humanos, y que cuando ocurren estos episodios vergonzosos, nadie levanta la voz para denunciar a la democracia como productora de mediocridad y egoísmo. O tal vez, nadie logra hacer uso de los canales de comunicación masiva para discutir este tabú, porque es un lugar común (topoi) -que no admite cuestionamiento- en toda discusión que la democracia es sacrosanta y es el único modo de gobierno bueno.
Por último, existen oportunidades en las que no decir nada y no hacer nada para ayudar, implican responsabilidad. Implican autoría. No denunciar esa ley como una injusticia, no decir con todas las letras que es una ley genocida, producto de la intolerancia y de la xenofobia, es ser cómplice de esos canallas y es ser autor del peor de los crímenes: el de la indiferencia. Cuando mirás a otro lado, creás las condiciones para que otro se abuse. Nadie podría abusar de otro ni hambrearlo si vos mantuvieras los ojos donde los tenés que mantener. Espero que los italianos organicen pronto una marcha de repudio a esa vergüenza de ley, porque si no habrán dado un paso adelante hacia el infierno.
(Y para que puedan leer la nota por ustedes mismos: http://www.clarin.com/diario/2009/07/03/elmundo/i-01951516.htm )